Enemigo invisible número uno

Por: Alex R. Zambrano Torres

Siendo algo hipocondriaco (persona que piensa tener todas las enfermedades) tengo una mirada angustiante respecto del problema de la pandemia. Creo, por ejemplo, que esto no se va a detener si no lo detenemos cada uno de nosotros, los ciudadanos, creo que juegan en nuestra contra las décadas y décadas de malos aprendizajes, de aprender a ser "vivos", "pendejos", "sacavuelteros", etc. Juegan en contra de nuestra sociedad todos los malos hábitos aprendidos por miles, globalmente, como copiar o plagiar en exámenes escolares o universitarios, hacer trampa cada vez que se pueda, incumpliendo todas las normas posibles, porque la gente ha mal aprendido malos hábitos cubiertos de folclore o cotidianidad, así cruzan las luces rojas del semáforo, llegan tarde y conversan con los encargados de asistencia para que no les descuenten, copian un libro y lo hacen pasar como propio texto o tesis, adquirieren certificados de capacitación o médicos sin haber asistido al evento o consulta, engañan a sus esposas y lo toman como un mérito y hasta difunden que ella es la firme y las otras las capillitas, hacen trampa para ganar un concurso, licitación o negocio, y así interminablemente. Todas esas conductas aprendidas por décadas y décadas, transmitidas por nuestra sociedad (sean estos familiares, amigos, compañeros de trabajo) como si fuera la regla a seguir han vuelto a nuestra sociedad, en estos momentos, "vulnerables", "personas de alto riesgo de contagio con la pandemia" y por lo tanto en riesgo de morir. Además de ello existe otro factor mal aprendido que nos hace altamente vulnerables, eso de ser "terco", o dicho en otras palabras, "somos necios", no aprendemos ni por las buenas ni por las malas. Este es el enemigo invisible: nosotros mismos y nuestra necedad.

Ni siquiera que estén muriendo miles y miles de personas en forma cotidiana parece convencernos de "autoprotegernos", de "usar preservativo", sino preferimos "la píldora del día siguiente", corremos el riesgo pensando que "a nosotros no nos va a pasar", que "no pasa nada", y luego tomamos todo "a la ligera", "mientras no nos pase a nosotros no nos importa". Esto es angustiante, lo peor es que nadie está dispuesto a hacer nada, si alguien lanza una idea para autoprotegernos y formar brigadas de autocuidado nadie dice "yo apoyo", "presente", "cuenta conmigo", todos nos hacemos los distraídos, esperando a que por arte del azar o de los demás esta pandemia se disuelva, y así seguimos meses y meses, y seguiremos meses y meses más, mientras miramos fallecer a conocidos, amigos, parientes y talvez en el espejo a nosotros mismos.

Lo queremos todo pero no damos nada a cambio para lograrlo, por eso las fiestas a escondidas, por eso los robos en las licitaciones, por eso la conchudez de quienes rompen las reglas de bioseguridad, los deslices de la gente "famosa" que cuando es sorprendida, "ampayada", niega su responsabilidad con cinismos y brutal descaro; allí encontramos desde entrenador de fútbol, alcaldes, autoridades, hasta faranduleros, etc., que sin excusa alguna rompen las normas de seguridad; todo esto apoyado por ciertos medios faranduleros que enseñan que ser "farandulero" es el mejor camino para el éxito, que ser tramposo, sacavueltero, conchudo, tener hijos por aquí y por allá irresponsablemente, etc., es el requisito para ser llamado a la televisión, ser entrevistado, y por supuesto generarse ingresos; así todo esto ayuda a formarnos como "irresponsables", como el "enemigo invisible número uno", por nuestra necedad.

¿Qué hacer? "Exagerar en los cuidados", exagerar hasta eliminar la pandemia. No podemos ser contemplativos con un mal como la pandemia. Parece que no entendemos que en juego está nuestra vida, parece que como el avestruz enterramos la cabeza en la arena, olvidando que aún queda al descubierto nuestro trasero. Ahí va pues parte de la receta: "Exagerar en cuidarnos", en "cumplir las medidas de bioseguridad", si queremos tener "probabilidades de sobrevivir".

Otro problema es el efecto colateral, aquellas personas que se cuidan, cumplen las normas de bioseguridad y se contagian por que los demás no cumplen las normas de bioseguridad, y entonces morimos por culpa de los demás, de su necedad.

Pero aún no está todo dicho, aún existe gente con vida, aún podemos acabar con la pandemia, sólo queda que cada uno, desde donde esté, desde su encierro o arresto domiciliario sanitario pueda luchar primero cumpliendo las reglas de bioseguridad, "exagerando" en los cuidados hasta que todo esto pase. Creo que aún existe gente sensible. Creo que aún no todo está perdido, que hay que dar la batalla, que los menos podemos ganar a los más, creo que todo es posible, creo que es hora de luchar contra nosotros mismos (contra nuestra necedad) y contra la necedad de los demás.

Sé que existe gente insuperable, sensible, heroica, aquellos que por cuidar a su familia se arriesgan y les llevan su comida, artefactos, etc., sé que existe gente que para cuidar a sus padres ancianos ha decidido acudir en su ayuda y contagiarse también para estar a su lado apoyándolos y atendiéndoles, sé que hay médicos, policías, militares, jueces, abogados, profesores o ciudadanos que luchan contra la corriente intentando aportar un granito de arena. Sé que hay en nuestro país y en el mundo gente extraordinaria, por eso creo que es hora de no ser solo "la mejor hinchada del mundo", es hora de ser la sociedad que aprende de sus errores, de ser la sociedad que venció al virus; sé que podemos vencer la batalla y la guerra. Creo que el tiempo que dure esta pandemia depende de nosotros. Así que decidamos, es ahora o nunca. El destino está en nuestras manos, la vida del mundo está en nuestras manos. Ningún esfuerzo es suficiente, sólo lo será cuando la pandemia haya terminado, hasta ese momento es hora de luchar, es hora de exagerar en los cuidados de bioseguridad.

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